Todos estamos acostumbrados a leer ‘envío gratuito’ o ‘devolución gratuita’ asociados a la compra por internet. Y seguro que muchos hemos oído que el cliente elige cuándo, dónde y cómo recibir sus envíos y que tenemos que cubrir las necesidades del consumidor online que demanda entregas rápidas, flexibles y gratuitas, incluso superurgentes. De hecho, hemos convertido estas frases en una especie de ‘ mantra’ .
Sin embargo, pocas veces nos paramos a pensar en su coste real. Y es que el ‘envío gratuito’ -y lo interiorizado que todos lo tenemos- está haciendo mucho daño, entre otros al sector del transporte y a muchos de los eslabones más frágiles de la cadena.
Porque las entregas tienen un triple coste: económico -para la cadena de valor encargada de la entrega de ese producto cuyos costes no dejan de crecer-, ambiental -por las ineficiencias asociadas a este tipo de entregas y sus devoluciones que requieren más vehículos transportando mucho aire (cuanto más urgente es el pedido)-; y también social -por los modelos de negocio que generan y que no compiten en igualdad de condiciones laborales ni fiscales-, que al mismo tiempo vuelven a impactar económicamente por la precariedad que ello conlleva para la sociedad.
Así quedó reflejado en el informe de la EAE Business School, ‘e-commerce y sostenibilidad. El impacto de nuestra decisión de compra’. Por ejemplo, prestando atención solo a las devoluciones, la venta tradicional en tienda genera en torno al 6% de devoluciones frente a un 30% que genera la compra online y que puede llegar al 70% para algunos sectores en campañas agresivas como el Black Friday. Además, si estas se producen a través de un marketplace, como no se cobra el envío ni la devolución, parte de la mercancía se acaba destruyendo, ya que resulta más barato que devolverlo a origen. Práctica que se demostró en el escándalo de Amazon en Reino Unido y en el reportaje de investigación de la periodista Analía Plaza que demostraba que solo en Madrid destruye cinco tráilers diarios. Esto supone un coste económico no solo para los vendedores, también para el planeta y la salud de los ciudadanos.
Por ello, es necesario reeducar tanto al consumidor como al e-commerce y hacerles ver y ser conscientes de que ni las entregas, ni las devoluciones, ni la superagencia son gratuitas y tienen cada vez un mayor coste para todos. Porque ambos, con sus decisiones pueden impulsar muchos cambios.
Por ejemplo, el consumidor puede empezar a priorizar a aquellos e-commerces y empresas que están comprometidas con una entrega sostenible real. Que además de tener un producto sostenible, buscan ponerlo en el mercado de forma sostenible. Aquellas empresas que evitan la superurgencia y facilitan la consolidación de envíos. Que dan la opción de entrega en tienda o punto de conveniencia. Que minimizan las devoluciones y priorizan proveedores de transporte sostenible. Pero que también cuidan a sus empleados, contribuyen fiscalmente allí donde operan y son responsables con la información de sus clientes y proveedores. Porque no nos olvidemos que la ética y el buen gobierno, son parte indispensable de la sostenibilidad.
El movimiento entregasostenible.org persigue justamente esto a través de su manifiesto: promover un consumo responsable entre la sociedad y generar mayor compromiso con la sostenibilidad entre las organizaciones. Y es que las entregas y devoluciones tienen un coste social, ambiental y económico que nos impactan a todos y que hay que poner sobre la mesa. Y hacer bien las cosas e impulsar la sostenibilidad tiene un valor que el cliente, cada vez más, empieza a priorizar.
¿Y si fuese este el nuevo mantra? ¡Cambiemos el mantra!
Artículo de opinión publicado en el nº276 de Logística Profesional (pág 17)
En España se reforzarán las contrataciones para esta temporada con alrededor de 200 personas para el procesamiento y aproximadamente 600 proveedores de distribución.
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