La logística y el almacenamiento están unidos de una forma natural y podemos afirmar que son un binomio indispensable en la actividad empresarial de nuestro mundo globalizado.
El proceso de almacenamiento está siempre presente en la cadena logística, a no ser que se realice la distribución directa de una materia prima o que se realicen operaciones de cross-docking -con distribución directamente al usuario, sin ser almacenado-. Durante todo este proceso es casi imposible que la mercancía no pase por un almacén, de hecho, dependiendo de su procedencia, es fácil que se llegue a almacenar en diversos lugares.
La complejidad del almacén va mucho más allá de ser el lugar que alberga por un tiempo determinado las mercancías.
En logística existen diferentes tipos de sistema de almacenamiento en función de la mercancía que alberguen: desde las estanterías convencionales, hasta sistemas para carga paletizada o incluso autoportantes, en los que las estanterías soportan las cubiertas y los laterales de la estructura, además de la carga de la mercancía. En los almacenes industriales se suelen utilizar las estanterías para cargas pesadas, que pueden llegar a soportar casi 1.000 kilos por balda.
La complejidad que entraña toda la cadena logística se plasma en los diferentes tipos de almacenes en los que puede guardarse la mercancía. De esta forma, encontramos desde el almacén central o plataforma logística cercana al punto de fabricación, al almacén regional de la zona de expedición, el almacén de tránsito o el almacén temporal, utilizado ante el exceso de stock.
En España se reforzarán las contrataciones para esta temporada con alrededor de 200 personas para el procesamiento y aproximadamente 600 proveedores de distribución.
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