El auge del comercio electrónico, junto a campañas que incentivan el consumo como el Black Friday, han transformado la forma en que se comercializan los productos y nuestros hábitos de compra, generando desafíos significativos.
Hace más de cinco años comenzábamos a sensibilizar y trasladar el mensaje de que si bien en un mundo cada vez más digitalizado el e-commerce era necesario, se hacía también necesario exigir un e-commerce sostenible. Mensaje que poco a poco ha comenzado a calar como lluvia fina.
En 2020 publicábamos el informe ‘Sostenibilidad y Covid-19’ de EAE Business School, donde evidenciamos como el confinamiento obligatorio y las restricciones derivadas de la pandemia impulsaban aún más el comercio electrónico y con ello normalizaban unos hábitos de compra y tendencias con alto impacto negativo en el medioambiente, la economía y la sociedad en general. Posteriormente, en el Congreso Nacional de Medio Ambiente (CONAMA 2020) lanzábamos el movimiento ‘entregasostenible.org’, y por primera vez se creaba un Comité Técnico que coordinamos, con el objetivo de identificar y abordar estos problemas ambientales, pero también los relacionados con temas fiscales, laborales y legislativos entre otros.
También los clientes empezaban a ser conscientes de que el modelo actual no es del todo sostenible. De hecho, el segundo estudio ‘La sostenibilidad en el e-commerce actual. El impacto de nuestra decisión de compra’, revelaba que el 79,7% de los encuestados dudaba de la sostenibilidad del modelo, 53,7% si nos centrábamos en los consumidores online.
Ya es una evidencia que el e-commerce actual, en el que predominan las entregas domiciliarias y las ineficiencias operativas asociadas, por la desconsolidación de envíos y el incremento de incidencias frente a la entrega en tienda, acompañadas de campañas agresivas como el Black Friday, de hábitos de consumo asociadas a la inmediatez o las devoluciones gratuitas que alientan el ‘lo compro, lo pruebo y lo devuelvo’, están generando un mayor impacto ambiental directo e indirecto. Ya es una evidencia que promueven un consumo irresponsable, mayor congestión en las ciudades, mayor impacto en la calidad del aire, en el ruido, los accidentes de tráfico o la generación de residuos entre otros.
Pero en el Comité Técnico sobre e-commerce del CONAMA analizamos todos los impactos ASG: desde la tributación fiscal, pasando por la ley de envases, de residuos o la gestión de RAES entre otros, hasta las relativas a protección de datos y a publicidad. Y es que hay prácticas que nos parecen impensables pero que en el e-commerce se siguen permitiendo y son clave del éxito de campañas como el Black Friday, como los anuncios dirigidos a menores, la publicidad engañosa o el uso de patrones oscuros que inducen a una compra compulsiva. Prácticas asociadas a la ‘G’ de buen gobierno corporativo, transparencia y ética empresarial sin cuyo cumplimiento una organización no puede considerarse comprometida con la sostenibilidad y comenzará a ser un motivo más de denuncia.
Cada vez más organizaciones renuncian al Black Friday, incluso crean conceptos nuevos como el Green Friday o siguen sumándose a movimientos como entregasostenible.org.
Algo está cambiando.
Artículo de opinión publicado en el nº288 de Logística Profesional (pág 42)
La incorporación de nuevos desarrollos tecnológicos ha sido fundamental para las compañías a la hora de ser más eficientes en estas épocas del año, beneficiando la planificación de volúmenes o el diseño de rutas. Todo ello, bajo el objetivo compartido de lograr entregas cada vez más sostenibles.
Los datos de la clasificación realizada por Financial Times y Statista reflejan una tasa de crecimiento medio anual del 27,3% entre 2013 y 2023, o un crecimiento absoluto del 273% en este periodo.
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