Vivimos en una actual paradoja que hace debatirnos internamente, entré qué queremos como consumidor y qué queremos como ciudadano. Como consumidor, demandamos una mayor calidad de las entregas: agilidad de respuesta, visibilidad de los envíos, rapidez cuando no inmediatez, adecuación de repartos a franjas de disponibilidad; a la vez que el componente precio, sigue siendo decisivo a la hora de elegir producto y tenemos una falsa percepción de gratuidad en los envíos. Como ciudadanos, esperamos que las entregas sean en vehículos no contaminantes, que se produzcan en horas diurnas, que no generen ruidos, que disminuya la circulación, que los productos que compramos sean de kilómetro cero para incentivar la producción local y reducir los GEI totales de la cadena de suministro.
Ambas visiones pueden y deben de ser compatibles, pero ha de pasar por una transformación a todos los niveles, de nuestra sociedad. El crecimiento a doble dígito anual recurrente del e-commerce, nos debe hacer reflexionar sobre los nuevos modelos de ciudad a implementar, para dar soporte al reparto de última milla actual y venidero.
Las administraciones deben de jugar un papel armonizador regulatorio y transformacional, que articule la eficiencia empresarial, hacia la satisfacción de la demanda. Las restricciones en MMA a los vehículos acaban redundando en mayor impacto medioambiental por el aumento de vehículos en circulación, el desgaste de carreteras, una mayor emisión de ruidos, y operaciones añadidas de consolidación y desconsolidación. Se ha de poner foco por tanto en la generación de infraestructuras adecuadas a la maximización de la carga (hubs o microhubs) tanto de titularidad pública como privada; fomentar las descargas nocturnas en canal B2B, que permita descongestionar las horas del día para dar soporte al incremento en B2C; adecuar la normativa de pesos y dimensiones en B2C para categorías de producto como el reparto de alimentación a domicilio, disminuir los vehículos en circulación; alineamiento de criterios en todo el territorio nacional; y un aumento de los puntos de recarga, que permitan dar un salto significativo en la electrificación de las flotas.
Las empresas de toda índole, cargadores y operadores, deben tener conciencia social y liderar políticas, que redunden en una optimización de los recursos (P.E.: Lean & Green de AECOC), una mejor utilización de los mismos, impactará en una reducción de GEI, a la par que impacta positivamente en los resultados empresariales. Medidas como el cambio paulatino de flota hacia vehículos eléctricos (sólo en última milla, para larga distancia aún no hay tecnología), reducción de kilómetros, aumento de tasa de llenado, adecuación del vehículo a la carga, o la optimización de rutas o eliminación de retornos en vacío, reducirán el número de vehículos en circulación, impactando positivamente en el servicio que se ofrece a los clientes, ayudando a reducir los GEI y dando mejor soporte al reparto de última milla.
Como consumidores y ciudadanos, debemos de concienciarnos que el transporte no es gratis y que nuestras exigencias de servicio y medioambientales, han de trasladarse a precio.
Articulo de opinión publicado en el nº275 de Logística Profesional (pág 24)
En España se reforzarán las contrataciones para esta temporada con alrededor de 200 personas para el procesamiento y aproximadamente 600 proveedores de distribución.
Comentarios