Actualmente, RFID y código de barras compiten bajo la promesa de desempeñar un papel decisivo que haga realidad la automatización de la producción transparente y la cadena de suministro con el fin de cumplir los requisitos de la Industria 4.0. Un informe de Oliver Pütz-Gerbig, Senior Market and Technology Expert Auto-ID de Leuze ha desgranado los pormenores de cada uno.
Este informe explica que la física en la que se basa la tecnología RFID (Radio Frequency Identification) se desarrolló a principios del siglo XX. Los primeros sistemas y productos para aplicaciones industriales ya estaban disponibles en la década de 1980 y consistían principalmente en soluciones propietarias en el rango de baja frecuencia (125 kHz). Las aplicaciones típicas por entonces, como identificación de animales, inmovilizadores electrónicos de vehículos e identificación de vehículos, siguen siendo vigentes y se han consolidado por completo.
Por otro lado, el código de barras se ha venido utilizando desde la década de 1970. Hoy día se utiliza en todas partes; no se imagina un mundo sin códigos de barras para etiquetar los productos. El gran protagonismo del código de barras se debe a su sencillez de uso. Ello se debe a que es una etiqueta impresa, a su coste extremadamente bajo y, por último, pero no por ello menos importante, su estandarización a escala mundial; ya está disponible en varios formatos, como Data Matrix y código QR, y se ha convertido en un compañero omnipresente tanto en la vida diaria así como las aplicaciones industriales.
No obstante, según explica Pütz-Gerbig, tiene sus límites: para ser leído necesita una línea de visión directa. Además, una vez impreso el código de barras, el contenido de los datos, es decir, la información codificada, ya no se puede cambiar.
Es aquí cuando entra en escena RFID, que fue desarrollado para hacer todo aquello que puede hacer el código de barras, pero mucho mejor, y junto con otras ventajas convincentes lo ha ido superando de manera lenta pero segura. Las iniciativas de las compañías industriales que han intentado optimizar sus procesos mediante el uso de este sistema de identificación, especialmente en la cadena de suministro, junto con los proveedores de tecnología que han propagado el uso del mismo en casi todas las áreas de aplicación, impulsaron su auge a principios del presente siglo. Tal y como explica el experto en tecnología de identificación, se extendió la impresión de que RFID valía para todas las tareas de identificación y que a medio plazo sustituiría al código de barras. No obstante, esta teoría estaba equivocada.
Tras muchos años de mejoras técnicas y la larga experiencia acumulada en innumerables proyectos piloto en diferentes sectores y aplicaciones, RFID ha evolucionado hasta convertirse en una tecnología de identificación consolidada y fiable que puede aprovechar sus ventajas respecto al código de barras, ya que las condiciones de la aplicación han sido analizadas minuciosamente y se han efectuado cálculos precisos de coste-beneficio.
Asimismo, es bien conocido el funcionamiento de RFID bajo diferentes condiciones del entorno. Los sistemas modernos de UHF (860-960 MHz), por ejemplo, se pueden optimizar para casi todas las aplicaciones gracias a su mayor sensibilidad y sus numerosas opciones de configuración. Como resultado de ello, el uso de RFID en numerosos sectores industriales, como aplicaciones de rastreo y localización en automoción, monitorización total de procesos de producción y monitorización de ciclos de contenedores en logística, ha demostrado ser una tecnología potente y fiable y se ha consolidado como el estándar para tareas de identificación. Aun así, el código de barras sigue siendo el más utilizado en todos los sectores. Sus aplicaciones potenciales son casi ilimitadas.
Además, en el segmento de los escáneres 1D/2D, las cámaras inteligentes y los sistemas de visión, el mercado ahora ofrece productos muy efectivos y concebidos a medida de muchas aplicaciones en sectores industriales. Estos productos incorporan modernas interfaces de comunicación como buses de campo basados en Ethernet u OPC UA, y por tanto, son idóneos para cumplir los requisitos de la Industria 4.0, así como para ofrecer la capacidad de red y en la nube que necesita Internet Industrial de las Cosas.
Por tanto, según el informe, cabe destacar que sigue dándose una coexistencia pacífica entre dos sistemas muy diferentes físicamente, que se complementan a la perfección en muchas aplicaciones.
La tecnología RFID se utiliza más entornos exigentes (por ejemplo, sometidos a unas condiciones ambientales adversas con un alto grado de contaminación), en detección simultánea de muchos soportes de datos en un grupo o reprogramación constante de etiquetas RFID en sistemas retornables dentro de un ciclo logístico cerrado.
No obstante, dado que una etiqueta RFID integra un circuito electrónico formado por una estructura de antena metálica y un microchip de silicio, el código de barras siempre tendrá la ventaja de tratarse de una tecnología con un menor coste de fabricación; especialmente en el caso de aplicaciones de gran volumen con soportes de datos de un solo uso.
Cabe destacar que la sostenibilidad de las etiquetas RFID es un asunto muy vigente que se debe tener en cuenta al decidir qué tecnología utilizar. Las etiquetas RFID obtenidas a partir de materias primas están sometidas a la misma normativa de reciclaje que otros componentes y equipos electrónicos.
Así pues, y para finalizar, Pütz-Gerbig detalla que la elección entre RFID o código de barras no es inmediata. En la actualidad se opta por una u otra según su adaptación a la aplicación concreta. Ambos sistemas han alcanzado la madurez tecnológica necesaria para ello.
La incorporación de nuevos desarrollos tecnológicos ha sido fundamental para las compañías a la hora de ser más eficientes en estas épocas del año, beneficiando la planificación de volúmenes o el diseño de rutas. Todo ello, bajo el objetivo compartido de lograr entregas cada vez más sostenibles.
Los datos de la clasificación realizada por Financial Times y Statista reflejan una tasa de crecimiento medio anual del 27,3% entre 2013 y 2023, o un crecimiento absoluto del 273% en este periodo.
España se sitúa como el país con una menor brecha de género a nivel global con un 54,7% de trabajadores formados en IA que son hombres y un 45,2% de mujeres. En el mundo, predomina el talento masculino con un 71% sobre el 25% del femenino según el promedio global. Esto sugiere un entorno más inclusivo y con mejores oportunidades para las mujeres en el ámbito de IA en España.
Comentarios