Para entender la situación de las empresas dedicadas al transporte y la logística de vehículos tenemos que remontarnos unos cuantos años. La Covid-19 supuso un antes y un después en nuestra economía y golpeó con fuerza a muchos sectores, entre ellos, el del transporte de vehículos. El cierre de las fábricas de automoción trajo consigo una reducción de la actividad del 74% durante aquellos meses, tal y como reveló la encuesta realizada por la Confederación Española de Transporte de Mercancías (CETM).
Con lo peor de la pandemia terminada, mientras la mayoría de las empresas se embarcan en el horizonte de la tan ansiada recuperación, los transportistas de vehículos tuvieron que hacer frente a otra amenaza: la escasez mundial de chips.
Como es sabido, la industria del motor se vio obligada nuevamente a frenar su producción por la falta de estos semiconductores, lo que provocó que las empresas de transporte de vehículos encadenaran dos crisis de gravedad de manera consecutiva, ya que la falta de estos dispositivos supuso una reducción de la actividad cercana al 40%.
Y cuando parecía que la situación no podía empeorar, la invasión de Rusia a Ucrania en febrero de 2022 nos trajo la tercera crisis, esta vez en forma de brutal incremento de todos nuestros costes de explotación, y en especial el del combustible, lo que fue un torpedo en la línea de flotación de un tejido empresarial debilitado, tras dos años de escasa actividad, y sin posibilidad real de actualizar el precio del transporte en función de las subidas del combustible ya que las cláusulas de revisión de entonces estaban obsoletas o, simplemente, no existían.
¿Las consecuencias del encadenamiento de estas tres crisis? Las empresas de vehículos no tuvieron otra opción que la de comenzar a aplicar ERTEs ante la reducción e irregularidad de la demanda y gran parte de sus flotas permanecieron largos periodos de tiempo paradas en los aparcamientos.
Ante este escenario, los vehículos más antiguos se retiraron del mercado y muchos de los conductores profesionales que se vieron afectados por estos ERTEs dejaron sus puestos de trabajo y se marchan a empresas de otros sectores del transporte de mercancías en los que, como sabemos, no sobran los profesionales. Además, al contrario de lo que ocurre con los portavehículos, estas actividades no estaban afectadas por la falta de previsión a la que los fabricantes de automóviles nos tienen acostumbrados, ni debían realizar las operaciones de carga y descarga.
Es entonces cuando, por fin, la situación comienza a normalizarse. En 2023 la producción de vehículos en España registra un crecimiento del 13% respecto al año anterior y se acercan a los 2,5 millones de vehículos fabricados de los que un 90% son exportados -muchos de ellos por carretera- a otros países de Europa. Y es, precisamente, este crecimiento de la demanda de trabajo, el que ha provocado que sector de la automoción se haya tenido que enfrentar a los graves problemas derivados de la falta de camiones y conductores generada durante los últimos tres años, lo que ha dificultado enormemente el poder atenderla.
Por desgracia, esta situación no tiene una solución fácil ya que la capacidad de inversión de las empresas de portavehículos está muy mermada tras tantos años de crisis, los precios de los camiones nuevos han aumentado considerablemente, los plazos de entrega -para quien pueda asumir la compra- se van por encima de los 12 meses y, además, tenemos la incógnita de si conseguiremos quiénes los conduzcan.
En mi opinión, el principal reto de nuestro sector de actividad consiste en abordar un debate serio y transparente sobre el futuro de la fabricación de vehículos, realizar un diagnóstico tan práctico como realista, y poner encima de la mesa soluciones efectivas que permitan a las empresas sobrevivir y adaptarse con el tiempo suficiente a las nuevas realidades de este mercado.
Desde la CETM Portavehículos y Logística de la Automoción consideramos que ha llegado el momento de que el sector de la automoción, así como el Ejecutivo español, sean conscientes del daño que estas tres crisis que hemos sufrido de manera consecutiva están haciendo ahora mismo a nuestro sector, y que nos enfrentarnos a un problema muy grave de desabastecimiento en situaciones normales de demanda de trabajo que se debe afrontar desde ya con previsión y actuaciones consensuadas. De lo contrario, el futuro de la automoción y el transporte español de vehículos correrán serio peligro.
Artículo de opinión publicado en el nº290 de Logística Profesional (pág 29)
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