Si algo tiene este sector que hace que te enganche es su dinamismo, constante evolución, transversalidad y, en mi caso, impacto en la sociedad y en la sostenibilidad.
Cuando empecé -en puestos de operaciones y de calidad- el conductor era una pieza clave por ser el punto de contacto con el cliente y porque en muchas ocasiones sobre él recaía gran parte del know-how del servicio. La ‘información’ comenzaba a ser clave para la gestión, pero el ‘papel’ seguía teniendo demasiado protagonismo, muestra de que la digitalización de los procesos tenía un largo camino de mejora.
Y es que, aunque el avance en la digitalización del sector ha sido clave para alcanzar una mayor eficiencia de los procesos y empieza a tomar protagonismo la automatización de procesos e integración con otras tecnologías como IoT, blockchain, IA, RPA o vehículos autónomos, la transformación digital es uno de los principales retos de la logística y, como establece el Pacto Verde Europeo, uno de los ejes sobre los que se vertebra el presente y futuro del sector.
Recuerdo un punto de inflexión en 2006. Asumía la responsabilidad del área de sostenibilidad, entonces llamado ‘Desarrollo Sostenible’, y comenzábamos a establecer una estrategia, un cuadro de mando, a medir huella de carbono a alcance 3 y a establecer proyectos para su minimización y compensación. Quizás fuimos pioneros del sector e hizo que, durante años, llevásemos a cabo proyectos innovadores en movilidad, economía circular y logística solidaria, reconocidos a nivel nacional e internacional.
Dieciséis años después, nadie duda de la necesidad de integrar la sostenibilidad en la estrategia y en el consejo de administración de las empresas, y la normativa comienza a exigir reportes de sostenibilidad (estado de información no financiera), planes de movilidad y medición de huella de carbono, como establece en el Anteproyecto de Ley de Movilidad Sostenible.
Pero en 2008 se produjo un punto de inflexión contrapuesto, provocado por la crisis, donde una guerra por adquirir volúmenes para optimizar la red hizo que entrásemos en una guerra de precios que se vio reforzada por la irrupción del e-commerce.
Así, pasamos de transportar 1 envío por 30€ a 30 envíos por 3€ cada uno. Y de llevar 30 productos a una tienda con un único intento de entrega a 30 productos a 30 domicilios particulares, aumentando la ineficiencia en la entrega y el índice de devoluciones. De hecho, las tasas de devolución que nos parecían inasumibles si superaban el 10%, ahora provocadas por su gratuidad, por las campañas de compra compulsiva y hábitos de compra irresponsables llegan al 50%.
Pasamos de dos campañas al año en las que había que adaptar la actividad -Navidad y verano- a multicampañas recurrentes como Black Friday, Prime Day, Single Day o Cyber Monday, además del día de la madre, del padre y las rebajas de verano e invierno. Campañas que propician incrementos de demanda superiores al 50% de la que existiría sin ellas y obligan a la adaptación de procesos y recursos para cubrir la misma, generando ineficiencias directas e indirectas.
Se ‘devaluó’ la urgencia. Cuando los clientes ya sabían que tenía un coste que se elevaba en base a la misma y se pensaban varias veces cuál era la urgencia real del envío, llegó la disrupción con Amazon Prime. Y malacostumbramos al cliente a la entrega en una hora, incluso en 15 minutos, que lejos de ser rentable, también genera impactos insostenibles directos e indirectos.
Y para cubrir todos estas ‘necesidades’ aparecen modelos de negocio que bajo terminología cool como el quick-commerce, dark-store, dark-kitchen o Amazon-Flex, ocultan prácticas laborales abusivas que han provocado una precariedad del sector.
Un cambio de paradigma que provocó que las organizaciones dudasen si apostar por una estrategia B2C por ser mucho menos rentable, menos eficiente y mucho menos sostenible desde todos los puntos de vista. Una duda que hoy no cabe plantearse, pero que cada vez es más evidente que deberá requerir de una reeducación de toda la cadena de valor, incluido el cliente. De ahí el motivo de la creación del movimiento entregasostenible.org.
Pero también he de decir que, como profesora de Logística en distintas escuelas de negocio, he visto una mayor profesionalización de un sector en el que la mujer comienza a tener más protagonismo.
Estamos en un momento retador, donde la digitalización y la sostenibilidad van a seguir siendo claves para proteger y mejorar un sector esencial.
Artículo de opinión publicado en el nº279 de Logística Profesional (pág 58)
En España se reforzarán las contrataciones para esta temporada con alrededor de 200 personas para el procesamiento y aproximadamente 600 proveedores de distribución.
Comentarios