España está consiguiendo en los últimos años separar su crecimiento interior bruto (PIB) de la producción de gases de efecto invernadero (GEI), reduciendo así su dependencia de las actividades más contaminantes. En 2023, generó solo 0,19 kg por euro de PIB, un descenso del 41% con respecto a 2008, cuando la emisión era de 0,33 kg de emisiones de CO2 por euro de PIB. La sostenibilidad del crecimiento económico en España depende de un impulso a la eficiencia productiva de las emisiones de GEI en todos sus sectores.
Alrededor del 90% de las emisiones de GEI en España, Francia, Alemania e Italia se concentran en sólo cinco sectores industriales: agricultura, silvicultura y pesca; manufacturas; electricidad, gas, vapor y aire acondicionado; suministro de agua, alcantarillado y gestión de residuos; y transporte y almacenamiento. En el caso del transporte, España genera más emisiones que Alemania o Italia, al alcanzar los 0,73 kg por euro, frente a 0,63 kg y 0,61 kg en Alemania e Italia, respectivamente.
El país no puede mitigar los efectos del cambio climático por sí solo, pero puede contribuir a los esfuerzos mundiales y tomar sus propias medidas para adaptarse a los impactos de la crisis climática. Muchas de esas medidas ofrecen oportunidades para el crecimiento económico, por ejemplo, aprovechando sus puntos fuertes en materia de energía renovable.
La reducción de la intensidad global de las emisiones de la economía española para alcanzar las denominadas cero emisiones netas requerirá mayor velocidad de crecimiento en la productividad de las emisiones en todos los sectores.
El cambio a la electricidad renovable debería permitir una amplia electrificación en muchos otros sectores de la economía, especialmente en el transporte terrestre, así como en los hogares y en muchos procesos y productos de la industria y los servicios. Acelerar la difusión de estas tecnologías en las empresas y los consumidores será fundamental. España se encuentra actualmente rezagada en algunas áreas clave. Por ejemplo, solo el 12% de los vehículos vendidos en 2023 eran eléctricos, frente al 22% en la UE en su conjunto y el 60% de Suecia, que encabeza el ranking europeo.
El transporte aéreo y marítimo pueden plantear más dificultades en este avance, ya que una gran parte de sus emisiones se producen más allá de las fronteras de España y precisan medidas a nivel internacional.
El crecimiento del PIB de España en las últimas décadas muestra algunos signos de ser más sostenible, con la mejora de la productividad de la energía y los materiales. La mano de obra y el capital humano también contribuyen positivamente al crecimiento del PIB, al igual que los activos intangibles, aunque en ese aspecto España aún necesita mejorar. El papel de los intangibles, como software, I+D, etc. en el crecimiento del PIB ha sido relativamente bajo durante la última década. Su contribución sigue siendo considerablemente menor que la de los activos tangibles y no ha aumentado con el tiempo. Una mayor inversión en estos activos es necesaria para apoyar la transición hacia una economía sostenible.
El desafío para España es diseñar políticas de cambio climático que puedan cumplir con los objetivos climáticos nacionales y mundiales, al tiempo que apoyan la productividad y la prosperidad. Para hacer frente a este desafío, el país deberá ayudar a configurar y fortalecer los mercados europeos y nacionales de productos y servicios con bajas emisiones de carbono, por ejemplo, con la fijación de precios adecuados mediante impuestos sobre el carbono, comercio de derechos de emisión y eliminación de subvenciones a los combustibles fósiles, y a través de la regulación y las normas.
España también tendrá que acelerar la innovación con bajas emisiones de carbono y fomentar la adopción y difusión de tecnologías hipocarbónicas. Las políticas de innovación son especialmente importantes, ya que pueden contribuir a reducir los costes y apoyar el crecimiento de la productividad. Las políticas sobre el cambio climático también deberán facilitar los cambios estructurales necesarios y prever una transición justa, tanto para los grupos sociales y las regiones que puedan resultar más afectados en el proceso, como para los países en desarrollo que se verán más impactados por la crisis climática. A medida que la economía mundial se enfrenta cada vez más a límites y escasez en el uso de sus recursos naturales disponibles, deben dedicarse más esfuerzos a comprender cómo utilizar mejor esos recursos de manera productiva y en apoyo de la prosperidad y el bienestar.
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