Hapag-Lloyd, junto a otras compañías navieras y varias ONG, ha solicitado a la Organización Marítima Internacional (OMI) la eliminación de los biocombustibles basados en cultivos como alternativas verdes a los combustibles fósiles tradicionales. Mediante una carta se pide su exclusión del cumplimiento normativo y garantizar que no se beneficien de incentivos económicos destinados a promover combustibles con emisiones cero o casi cero.
La agencia naviera mundial de la ONU ha establecido los objetivos para la descarbonización del transporte marítimo en 2050, pero no ha especificado cómo. Los delegados nacionales debaten en Londres (Reino Unido) las nuevas medidas regulatorias que podrían provocar un alza en el precio del aceite de palma y de soja, ya que se convertirán en el combustible más barato para cumplir con los estándares de emisiones más bajos, mientras que los biocombustibles de desecho, como el aceite de cocina usado, tienen una disponibilidad limitada.
Debido a la deforestación y el uso de la tierra, tanto la palma como la soja son dos o tres veces peores para el clima que los combustibles tradicionales para el transporte marítimo. El uso de biocombustibles de aceite de palma se duplicó en la UE entre 2010 y 2020, tras la introducción de una ley que promueve los biocombustibles en los automóviles. El uso de tierras de cultivo para combustible también ejerce presión sobre la biodiversidad y el suministro de alimentos, advierten desde Transport & Environment (T&E).
Constance Dijkstra, directora de transporte marítimo de T&E, afirma: “Tal como están las cosas, la OMI corre el riesgo de hacer más daño que bien. Los biocombustibles de palma y soja son devastadores para el clima y ocupan grandes extensiones de tierra. En lugar de crear nuevos problemas, la comunidad naviera mundial debe centrarse en los combustibles ecológicos fabricados a partir de hidrógeno. Quemar cultivos nunca es la respuesta”.
Países como Francia, Noruega y los Países Bajos ya han restringido o dejado de utilizar biocombustibles de palma y soja a nivel nacional, mientras que la propia UE ha excluido el uso de cultivos alimentarios de su principal regulación sobre combustibles para el transporte marítimo (FuelEU). Sin embargo, a nivel mundial no se proponen restricciones de ese tipo.
Uno de los principales problemas es que, a menudo, en estos establecimientos no hay espacio dedicado a la carga y descarga, lo que significa que los conductores no pueden trabajar en un entorno seguro. Estos denuncian que a veces no tienen más remedio que descargar los vehículos en medio de la calle, con el tráfico pasando a su lado a una velocidad de hasta 70 km/h.
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