Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), cada año se pierden o despilfarran en el mundo alrededor de 1.300 millones de toneladas de alimentos, lo que representa un tercio de la producción destinada al consumidor, cada vez más acostumbrado a comprar en exceso.
El desperdicio y la pérdida de comestibles son problemas generalizados que ocurren a lo largo de toda la cadena de valor de los alimentos, desde la producción hasta el consumo y que afectan estrechamente al bienestar y la salud de las personas.
Un 40% de las pérdidas se produce en las etapas de postcosecha y procesamiento. Entre las causas más comunes están las fluctuaciones de temperatura durante la cadena de suministro y una gestión deficiente en las etapas de almacenamiento y mantenimiento.
Ismael Herreros, CTO de Moinsa, apunta: “Es esencial que las instalaciones de almacenamiento estén equipadas con sistemas de refrigeración que puedan mantener la cadena de frío incluso en condiciones climáticas adversas. Así, las empresas no solo garantizan la seguridad alimentaria de su cadena de suministro y minimizan el desperdicio de alimentos, sino que además obtienen ganancias en el proceso. Además, asegurar la trazabilidad en toda la cadena de suministro, permite controlar la caducidad de los alimentos perecederos y minimizar las pérdidas mediante una adecuada gestión de los stocks”.
Ante esta situación, existen algunas medidas basadas en tecnología y automatización para combatir este fenómeno, desde Moinsa, enumeran:
1. Software de gestión de almacenes e identificación RFID: aseguran la trazabilidad del sistema y de los productos. A través de estas herramientas, se puede conocer qué partidas hay en stock y hacer un seguimiento a tiempo real de cada una de ellas dentro del almacén. Asimismo, reduce el error humano y mejora la toma de decisiones gracias a la simplificación y digitalización de los datos, ya que es capaz de conectarse a todo tipo de dispositivos de pesaje, etiquetado, líneas de producción, etc.
2. Automatización del almacén de alimentación: permite optimizar los procesos de distribución y logística para reducir las pérdidas durante el movimiento de los lotes dentro de la nave.
3. Sistemas de rotación de inventario: garantizan el método FIFO (first in, first out), es decir, la primera unidad de carga que se ubica en la estantería es la primera en salir.
4. Cámaras a temperatura controlada: están equipadas con sistemas de almacenaje por compactación que aprovechan el espacio disponible para dar cabida al mayor número posible de productos.
“En la actualidad, la logística del frío se ha convertido en un factor que transciende más allá de reducir tiempos, minimizar costes, generar mayores ganancias o ser más competitivos, ya que de ella dependen el bienestar y la salud de las personas”, concluye Herreros.
En España se reforzarán las contrataciones para esta temporada con alrededor de 200 personas para el procesamiento y aproximadamente 600 proveedores de distribución.
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