La entrega de última milla, el último tramo de la cadena de suministro, nunca ha sido más importante. El crecimiento exponencial de la logística del comercio electrónico está siendo acompañado por un aumento en las emisiones de carbono. Para 2030, se estima que habrá un 78 % más de entregas de paquetes fabricados en todo el mundo, aumentando las emisiones hasta en un 30%. Lo que revela que la eficiencia y la sostenibilidad de la entrega requieren un delicado equilibrio.
En lo referente a los consumidores podemos afirmar que han alcanzado un elevado nivel de maduración, experiencia y empoderamiento en todo lo referente al ecommerce, que los hace especialmente exigentes. Actualmente demandan servicios rápidos y fiables, y además están empezando a exigir valores ecosostenibles.
Esta demanda exige que para brindar a los consumidores la mejor experiencia y al mismo tiempo intentar reducir las emisiones de carbono, las marcas, retailers, y transportistas deben esforzarse para garantizar más que nunca una entrega sostenible en la última milla.
Hacer que la última milla sea más sostenible se puede lograr de varias maneras. Desde las consabidas optimizaciones de rutas y optimizaciones de las flotas de distribución, hasta las acciones de reemplazo de los vehículos de reparto de combustión fósil por vehículos eléctricos.
Aunque estas iniciativas puedan ser adecuadas se requieren muchas otras iniciativas, que, en su conjunto, trabajen por una verdadera entrega sostenible.
De hecho, el actual escenario del vehículo eléctrico, como herramienta de transporte, se encuentra en un punto en el que conviven recursos y estructuras con dispares niveles de electrificación y autonomía, que obligan a los transportistas a rediseñar las redes de distribución a fin de acomodar dichos recursos a sus limitaciones lo que acaba implicando operativas que requieren una gran cantidad de vehículos.
Por otro lado, y desde el punto de vista de las ciudades, la creciente cantidad de furgonetas de reparto que realizan entregas a domicilio, de las cuales una gran proporción se encuentran en barrios residenciales, es un problema cada vez mayor. Uno de los efectos de este incremento de vehículos de reparto es que reducen la seguridad del tráfico y aumentan desproporcionadamente la congestión (debido al estacionamiento en doble fila). A este punto lo ayuda que el tiempo entre el pedido (online) y la entrega se vuelve cada vez más corto, lo que dispara la necesidad de desplazamiento de recursos, ya sean humanos o mecánicos, para la distribución de última milla.
No obstante, y aunque todos los agentes implicados coinciden en que la última milla será rápida, flexible, automatizada, sostenible y cercana, existen cuatro tendencias transversales que debemos tener en cuenta:
Tendencia 1: Automatización
Además de la innovación en cuanto a la tecnología de los vehículos, los procesos logísticos van a ver aumentados sus niveles de automatización y tecnificación. La escasez de personal en el sector logístico seguirá aumentando hacia 2030. En última instancia, esto conducirá a una fuerte reducción de la proporción de operaciones humanas en todo el proceso logístico, lo que debería permitir mejoras en la productividad pero también en la eficiencia, y en la sostenibilidad.
Tendencia 2: Cambiar las preferencias de los consumidores
Las entregas B2C en zonas urbanas están creciendo explosivamente ya sea por la mayor frecuencia de compra por parte del consumidor, como por el aumento del nivel de exigencia con respecto a los plazos de entrega, las ventanas de tiempo específicas, las entregas y devoluciones 'gratuitas'. En conjunto, esto conduce a una mayor fragmentación en las entregas. Facilitar procesos más racionales en la gestión de los pedidos mediante fórmulas de cooperación de las empresas de transporte y/o herramientas que apoyen un acercamiento del consumidor hacia su pedido.
Tendencia 3: Zonas de cero emisiones para la logística de la ciudad
Con la definitiva implantación de las Zonas ZE, el fuerte crecimiento de las entregas y los desarrollos tecnológicos, los proveedores de servicios deberán rediseñar sus redes de distribución, contemplando la participación de nuevos niveles de proximidad operativa:
-Más puntos de recogida universales, a modo de “marca blanca”, donde los propios destinatarios recogerán el pedido. Estos puntos podrán ser estáticos, ubicados de forma permanente en un punto, o incluso dinámicos, donde el consumidor se desplazará para recoger su pedido en una taquilla móvil.
-La mayor presencia de nuevos modelos de hubs urbanos. Aunque éstos deben evolucionar desde la concepción actual, permitirán ser elementos de apoyo a la construcción de redes optimizadas, reduciendo el número de vehículos en tránsito en la ciudad y optimizando los tránsitos.
Tendencia 4: Vehículos sostenibles
La oferta de furgonetas eléctricas cada vez es mayor. Y aunque todavía estamos lejos de que esta tipología de vehículo sea competitiva económica y operativamente, se espera en los próximos años que su precio disminuya significativamente y sus capacidades mejoren exponencialmente, a medida que más fabricantes comiencen a producir estos vehículos en masa. La cooperación público-privada es imprescindible a fin de hacer del vehículo eléctrico un vehículo realmente competitivo, teniendo en cuenta los hándicaps de la autonomía, infraestructuras y la propia obsolescencia programada del vehículo y su batería. Por otro lado, debemos tener en cuenta los desarrollos e iniciativas de otras soluciones energéticas que sin duda tendrán mucho que decir a corto y medio plazo, y que nos abrirán un escenario en el que convivirán diferentes modelos de transporte y movilidad sostenibles.
Artículo de opinión de nº279 de Logítica Profesional (pág 54)
En España se reforzarán las contrataciones para esta temporada con alrededor de 200 personas para el procesamiento y aproximadamente 600 proveedores de distribución.
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