Actualmente estamos viviendo un auge sin precedentes del comercio electrónico que también conlleva necesidades de reparto especializadas. Por otra parte, es palpable la preocupación de la sociedad por reducir las emisiones de gases nocivos y la preservación del medio ambiente. Se están definiendo marcos regulatorios orientados a la Agenda 2030, que buscan entornos urbanos protegidos del tráfico de vehículos convencionales. Esto conlleva nuevos desafíos: una mayor competitividad en las empresas y exigencia en los tiempos de entrega, vehículos más adaptables cero emisiones, además del cumplimiento normativo en lo relativo a empleo de calidad.
Todo lo señalado anteriormente puede parecer una combinación explosiva, pero necesaria y complementaria, en un escenario que impulsa la logística urbana sostenible y eficiente.
La última milla -y el siguiente escalón, la última yarda- mediante vehículos alternativos cero emisiones va a dejar de ser, muy pronto, una opción para ser ya una realidad necesaria. La gran mayoría de empresas del sector logístico trabajan en nuevas fórmulas que sean menos contaminantes y más sostenibles para el medio ambiente, haciendo compatible este factor con la demanda del cliente final, que quiere inmediatez, eficiencia y calidad.
Pero lo cierto es que entregar miles de paquetes todos los días es un desafío logístico de gran complejidad, especialmente en un escenario de normas restrictivas: menos velocidad, ausencia de zonas de aparcamiento, peatonalización de los centros urbanos…
Sobre el tablero de este enorme sudoku, otros aspectos operativos, como las entregas fallidas, que suponen un verdadero desperdicio de recursos, la dificultad para optimizar rutas de reparto, la lejanía de los hubs logísticos, la capacidad de los vehículos y la nueva regulación que delimita el trabajo por cuenta propia para evitar la explotación laboral, están cada vez más presentes.
Hacer que todos estos factores se conviertan en ventajas competitivas y ser capaces de optimizar y mejorar de manera continua la red logística de última milla, del almacén al destino final, es el reto que el sector viene acometiendo desde hace tres años, y que tuvo su mejor laboratorio de pruebas durante los meses más duros de la pandemia: demanda récord de comercio electrónico versus nulas restricciones de tráfico en ciudades confinadas durante tres meses.
No hay foro de debate en los que los expertos en logística no hablen de cuestiones como la centralización de entregas -las tiendas de barrio que actúan como puntos finales-, los sistemas de taquillas, los micro-hubs móviles, la planificación de rutas mediante big data, y otros elementos de vanguardia.
Desde Inquieto, start up focalizada en última milla desarrollada desde GAM, hemos sido pioneros en mostrar, de manera tangible, las ventajas del uso de flotas de vehículos de emisiones cero, movidos por electricidad, poniendo en cuestión los principios inamovibles del pasado reciente: más tamaño, más paquetes, más distancia.
Nuestra propuesta de valor añadido se centra en ofrecer vehículos más pequeños, eléctricos, de capacidad más reducida pero idóneos para la capilaridad que exigen las rutas urbanas.
Devolvemos el espacio a los ciudadanos sin ser invasivos para la circulación. Adaptamos nuestros vehículos a las necesidades de cada industria, de cada vertical de actividad: food, supermercados, paquetería, servicios públicos, farma, etc.
La logística urbana seguirá avanzando. Veremos, dentro de no mucho tiempo, drones repartiendo a domicilio, vehículos autónomos, robots, reutilización de embalajes y un largo etcétera de nuevos e innovadores servicios.
Ahora, y de cara al futuro, los grandes operadores y compañías como la nuestra, integrada en la cadena de valor de la logística, seguiremos teniendo en cuenta la necesidad de combinar los ingredientes que comentaba al principio de este artículo. ¿Servirán las mismas recetas para todos? ¿Para un negocio online, un retailer, un supermercado, un vendedor de productos de gran porte o los servicios externos de un ayuntamiento?
Cambiar los mecanismos y procesos de entrega requiere tiempo, un proceso de aprendizaje y una inversión oportuna. Adoptar una estrategia de entrega final amigable con el medio ambiente va a permitir que el e-commerce alcance el equilibrio entre las entregas rápidas y la reducción de la huella de carbono, un objetivo que conseguiremos de forma colaborativa todos los actores del sistema logístico.
Artículo de opinión publicado en el nº275 de Logística Profesional (pág 32)
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