Su adopción a gran escala requiere inversiones en infraestructura, innovación tecnológica y políticas públicas que incentiven su desarrollo. Las empresas del sector continúan apostando por distintos proyectos en los que estas energías son la clave para unas operativas diarias mas sostenibles y para un futuro libre de emisiones.
Este camino implica unos retos que se deben abordar con determinación y con el compromiso firme de parte de todos los actores involucrados.
En países como España, con una amplia capacidad para el aprovechamiento de residuos agroalimentarios y forestales, la implementación de estas tecnologías no solo contribuiría a la reducción de emisiones, sino también a la creación de empleo en zonas rurales y al aprovechamiento de residuos orgánicos.
Se está buscando incentivar a los actores del mercado a reducir emisiones y mejorar la sostenibilidad del transporte, pero sin medidas concretas y viables.