Según apunta la Comisión Europea, por cada robot que se implanta en una fábrica, hacen falta cuatro trabajadores, tanto para su fabricación como para su manejo y su mantenimiento. Esto requerirá más formación para los empleados, ya que tendrán que aprender a manejar dichos robots, como apunta el jefe de unidad de ingeniería de procesos de la Fundación Prodintec, Luis Pérez: «En un futuro se trabajará en profesiones que hoy día ni siquiera existen», puntualiza.
Pérez participó en una jornada organizada por el Instituto Asturiano de Prevención de riesgos Laborales. El acto contó también con la presencia de la directora del Instituto Asturiano de Prevención de Riesgos Laborales, Myriam Hernández, para quien las nuevas tecnologías ayudan «a mejorar la productividad», «al ahorro de costes» y «a la consecución de nuevos mercados» porque «son un beneficio para la seguridad y la salud».
Hernández señala que podríamos estar delante de la cuarta revolución industrial, donde los trabajadores conviven de una forma más estrecha, con las nuevas tecnologías. La jornada también contó con la presencia del presidente de la Federación Aeronáutica del Principado de Asturias, Antonio Orviz, quien apuntó que las nuevas tecnologías, como los drones y los robots colaborativos, amplían el espectro de posibilidades, ya que son aún tecnologías inexploradas, con una fuerte evolución en un corto espacio de tiempo.
La jornada contó, asimismo, con la participación de Sick. El jefe de seguridad de maquinaria de la compañía, Otto Goernemann, habló de los robots colaborativos, capaces de trabajar codo con codo con las personas. «El riesgo se basa en el peligro de cizallamiento, aplastamiento o corte, por lo que tenemos que rediseñar nuestras máquinas para que los riesgos residuales que puedan quedar sean tolerables». En este sentido, Goernemann recomienda no sustituir en su totalidad a las personas por estas nuevas tecnologías, sino consiguiendo hacer la vida laboral más sencilla.
Para Myriam Hernández, «tenemos que valorar la prevención como un ahorro, no como un gasto. Ahorro de costes vitales, efectivos, de bajas laborales y de salud y bienestar». A fin de cuentas, como señala Goernemann, «el mundo va cambiando y no lo hace de repente, sino paulatinamente, y lo que tenemos que hacer es adaptar las regulaciones y la normativa a esos desarrollos para permitir que ese mundo siga siendo un mundo para nosotros, no para las máquinas».
Le permitirá cubrir hasta el 70% de sus necesidades energéticas con energía renovable y eliminar las emisiones de carbono asociadas a esta actividad. La incorporación de sistemas de generación solar en otras instalaciones ha contribuido a reducir cientos de toneladas de emisiones de carbono.
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